Costra

se está formando

Ayer mientras almorzaba en nuevo restaurante de comida japonesa con F y V estaba bastante ida, me sentía cansada, adolorida, pero no dejé que esos ímpetus físicos me ahogarán y continué con la conversación.

Llegué a casa 4 horas después y luego de darme un duchazo, ver una película de esas que hacen llorar y tomarme un vaso helado de pepsi, luego de todo eso me di cuenta que tenía un dolor en el codo, me había raspado quien sabe cómo, era más grande de lo que normalmente suelo herirme.

La mañana de hoy la costra se estaba formando. Lo que me hizo pensar que las costras y las heridas de la piel son como las experiencias malas, y también las buenas, en nuestra vida.

En momentos que ni siquiera recordamos no suceden cosas inexplicables. NOS MARCAN.

¿Quién no ha tenido una costra alguna vez? Ya sea de esas pequeñitas o las enormes que quieres que se caigan de una vez porque son tan feas que mirarlas es un sacrificio ocular.

Así, sucede, mientras tengo una costra en mi codo, la costra de mi corazón ya no está.

La verdad es que nosotros cuando resultamos heridos sabemos que algún día habrá cicatriz, pero hasta eso está la costra cubriéndolo todo, afeando todo. Es creo lo que representa la conciencia de haber sido marcados.

Luego, la costra cae y tú ni cuenta te diste. Y, el día menos pensado, te topas con la marca debajo de esa rugosidad morada, nada parecida a ella, pero permanente, pues ésta no caerá.

Y está, si quieres olvidas que existe, si quieres la muestras a todos o si no la cubres.

No sé si la costra que se está formando en mi codo sea marrón, morada o negra, solo sé que la que tenía en mi alma se ha caído, yo he decido mostrarla de vez en cuando. y recordar como llegó dejar esa herida, reírme de eso y sobarme aunque no duela...

Esta canción me ayudó mucho mientras la herida se volvía costra