Lo que esperaste de mi

Muy pocas veces he abordado el tema de la relación que tengo contigo tan abiertamente. Sobre mamá y Manuel puedo manifestarme sin ningún miramiento ni cargo de conciencia, de ti solo puedo decir que muchas veces te echado la culpa de mis desgracias personales.

Hace un rato, leyendo algunos de los ensayos de uno ellos, con los que me comparas, no pude evitar sentirme mal, quizá porque nunca he sido lo que querías ni lo que en un principio pensé querer ser.

Me pesa no haber llenado las expectativas que alguna vez te hiciste cuando yo con sólo 11 años hablaba de política, literatura y muchos temas que por lo general una personita de esa edad no tenía ni por asomo en la cabeza.

Pero no, no puedo poner sobre tus hombros mi desgracia y tu propia decepción. Tampoco quiero culpar al destino por ser eso que todos querían que fuera. Simplemente, como muchas cosas en la vida, no se dio porque cambié y porque quise ser lo que mi impulso me dijo, sin traicionar mis propios deseos.

Más allá de muchas opiniones admito que la tuya para mi siempre será la más importante, pero hoy es uno de esos días en los que en mi mente se avizora la luz y me doy cuenta que jamás llegaré a ser eso que esperas o que esperaste. Sí, nunca fui la perfecta, a decir verdad soy la oveja negra de la casa, la que siempre estuvo a punto ( de ganarse la beca, de sacar el 20, de ser enfrentar las cosas, de dar el discurso en la fiesta de graduación, y un largo etc) de todo y nunca llegó, pero ahora se muy bien que aún si hubiera llegado para ti nunca hubiera sido suficiente.

¿Sabes algo? Ahora aún así me siento tranquila, porque no nací para eso que tu querías, ni para lo que esperabas, soy distinta a tus otros hijos es verdad, pero ahora con la cabeza más puesta en su lugar estoy contenta de ser quien puedo ser y sé que pronto lograré lo que quiero.

Esto no es un reproche, nunca seré lo que esperas de mi simplemente porque eso no existe.